Nuestro Cortijo, el Cortijo del Cerrajero, es un lugar cargado de historia. Está catalogado en los inventarios de cortijos históricos de Andalucía como del siglo XVIII o XIX. En verano, sus muros nos dan el mismo frescor que le daban a mis antepasados de hace siglos. Vigas, suelos, molduras, estancias y cuadras nos llevan al pasado.
La tierra que lo rodea, en donde tenemos nuestros huertos, podría ser un magnífico espacio para practicar la arqueología. Nuestros tomates crecen junto a pequeños fragmentos de jarras, cantimploras, ataifores y qué se yo cuántas cerámicas más que se remontan a siglos atrás. Más de uno de nuestros hortelanos se ha preguntado quién se lleva peleando en estas tierras desde el siglo XVI tirándose la vajilla a la cabeza.
La historia de nuestros huertos también nos la podría contar el peral centenario que tenemos a la entrada del cortijo. Magnífico ahora, en flor, sublime. Debería pasar a verlo cada granadino que quiera disfrutar de su tierra, si es posible al atardecer, cuando la puesta de sol se refleja al otro lado, en la sierra, mostrándonosla rosada y encendida.
Nosotros, en estas semanas, también queremos dejar impresa nuestra historia en nuestros huertos y cortijo. Queremos dejar una parte de nosotros, para que dentro de cincuenta, cien años, doscientos, quién sabe, alguien pueda disfrutar de nuestro paso por El Cerrajero. Para ello, estamos sembrando árboles. Nuestros hortelanos los están apa/amadrinando, cada uno el que desee: cerezos, limoneros, algún olivo, melocotonero, naranjo, granado, higuera, jazmines… y ellos mismos se encargan de sembrarlos.
Quién sabe qué verán sus hojas con el paso del tiempo… Quién sabe quién, cómo y cuándo volverá a visitarlos. Nos parece una bonita opción/acción para hacer historia.